En el 172° Aniversario de la batalla
Las impactantes y emocionantes imágenes de los ex combatientes entrerrianos de la batalla de Caseros fueron registradas el 11 de noviembre de 1920, el día que se realizó la inauguración oficial del monumento al general Justo José de Urquiza, en el Parque que lleva su nombre, en Paraná.
Lic. Claudio Cañete (*)
La mayoría de esos hombres pasan los cien años de edad, protagonistas del Siglo XIX, la modernidad del primer cuarto del Siglo XX los descubrió en la pobreza evidenciada por sus vestimentas y calzados; algunos ciegos o con bastones, apenas pudiendo estar de pie.
Parece increíble que esas pequeñas siluetas de soldados con trajes punzó, que aparecen en las pinceladas de los cuadros de Juan Manuel Blanes, y que conmemoran aquel combate, sean estos hombres que son retratados por la veracidad indiscutida de la fotografía. De los cuadros del pintor uruguayo, sus vidas se proyectaron y llegaron a conocer por ejemplo los tranvías eléctricos en Paraná (puestos en marcha en 1921).
Siguiendo las crónicas y fotos publicadas por la Revista Caras y Caretas editada por el escritor entrerriano José S. Álvarez (Fray Mocho), se documenta en varias oportunidades que la generación nacida en la primera mitad del Siglo XIX tenía una expectativa de vida que hoy es poco común, visto desde la cantidad de casos.
“Revolución. El Cruce de los Andes”, la película protagonizada por Rodrigo de la Serna y dirigida por Leandro Ipiña, que rescata la memoria de un soldado raso de San Martín, evoca también este dato de longevidad prolongada. Era común retratar a un soldado centenario, sumergido en la humildad y el anonimato.
En el caso de los veteranos que siguieron a Urquiza, sobrevivieron trabajando de pescadores, como obreros de hornos caleros, de albañiles, otros juntando leña para su venta y siendo troperos en estancias. Más de uno, con algún ojo tapado con un parche, bajo el cual se puede ver la cicatriz de un filo. De piel oscura, quizás por tantos años de estar bajo el sol implacable o porque son descendientes de pueblos originarios y negros libertos.
La historia del monumento
En 1893, durante la intendencia de Jaime Baucis, se le solicitó la donación de un terreno denominado La Batería, que era propiedad de Urquiza, a su propia viuda, Dolores Costa. La dama accedió porque el pedido lo hizo Felipe Baucis, padre del intendente y muy amigo del matrimonio Urquiza, eso allanó el camino. La municipalidad se comprometió a transformarla en una plaza que llevaría el nombre del caudillo. Fue inaugurada el 24 de diciembre de 1895.
Pero también fue creciendo la idea de que en el mismo terreno, que era un balcón privilegiado con vista al río Paraná, se erigiera un monumento a su memoria.
La piedra fundamental se colocó el 1° de octubre de 1901, en coincidencia con el centenario del natalicio del vencedor de Caseros. Empezaron a juntarse fondos, porque iba a ser de materiales nobles como el mármol de carrara y bronce. Se llamó a concurso para designar al escultor, y resultó elegido el español Agustín Querol. La pequeña plaza se fue expandiendo, incorporando terrenos, hasta que se consolidó como el Parque Urquiza, cobrando en los años de 1930, la fisonomía que todos conocen en el presente.
El municipio convocó a la formación de una Comisión Ejecutiva del Monumento al General Urquiza, con representantes de la elite social. Esta entidad organizó y alentó la recolección de fondos, a través de suscripciones, donaciones y fiestas; y a la conformación de otras comisiones pro-monumento en toda la provincia, para que recolectaran a través de distintas actividades. Con eso se pagó los honorarios del artista (500.000 francos) y la compra de los mármoles, el bronce, más los traslados desde España y luego del puerto de Buenos Aires a Entre Ríos.
Sin embargo empezaron a suceder cosas que demorarían el proceso. La comisión se fue renovando a cada tanto por masivas renuncias y debates sobre la jurisdicción bajo la cual estaría el monumento, si municipal o provincial. Y sucedería algo más, inesperadamente Querol muere en 1910 sin terminar el monumento, faltaba la figura del general que iría en el remate de la gran columna de piedra. El trabajo es continuado por otro español, Mariano Benlliure y Gil, que cobró solo 100.000 francos. Recién el 28 de julio de 1914 se ensambló la estatua ecuestre de bronce sobre la cúspide. Sin embargo no sería la original, propuesta en la maqueta de Querol presentada al concurso. Más allá de ese episodio, sólo faltaría la inauguración oficial, como se merecía semejante empresa.
Tuvieron que pasar seis años más por las desavenencias entre provincia y municipio. Pero finalmente, y tras fallidos intentos de establecer un día en particular, se definió que el 11 de noviembre de 1920, en coincidencia con un aniversario más del Pacto de San José de Flores o Pacto de Unión Nacional (1859), sería su inauguración oficial, quedando bajo jurisdicción municipal. Aquel pacto había determinado, momentáneamente, la incorporación de Buenos Aires al esquema de la Confederación Argentina con capital en Paraná.
Ese día fue una larga jornada festiva. Se declaró feriado nacional desde Buenos Aires. Se realizó un desfile militar con tropas argentinas y delegaciones de las fuerzas de países limítrofes. Vinieron diplomáticos, funcionarios del gobierno nacional, figuras de la cultura. Las delegaciones escolares (4.000 estudiantes) y Boy Scouts también rindieron su tributo marchando frente al monumento. Hubo un Tedeum en la Catedral, un banquete oficial para 400 comensales en la Escuela del Centenario, se descubrieron placas, y se realizaron bailes en los barrios donde se sirvieron comidas populares. Por la noche hubo veladas de gala en el Teatro 3 de Febrero y en el Club Social.
Como dato, vale remarcar, que después de estos grandes ceremoniales de noviembre de 1920, la figura de Urquiza ya no fue reivindicada unánimemente en todo el país como se merece.
Un registro inesperado
En esos tiempos se sabía que muchos veteranos del ejército de Urquiza vivían aún. Y que lógicamente en Entre Ríos, este suceso se viviría de manera especial.
Los ex combatientes fueron homenajeados, reunidos en cada ciudad cabecera, fueron fotografiados en Paraná (en el desfile principal), en Concordia, Villaguay, Gualeguay, entre otras localidades. Lo que era un simple registro de una parte más de los actos, a la postre fue un documento fascinante de los protagonistas de la Historia misma. Todos fueron condecorados con una banda especial que lucieron en sus pechos, ramitos de flores, y seguramente comieron mejor que otros días. Pero hay algo más. El gobierno provincial solicitó a la Legislatura que, utilizando un superávit de rentas, se contratara un seguro para los veteranos, como un aporte monetario, para paliar su situación. El gobernador en ese entonces era Celestino Marcó.
Muchas décadas después, los veteranos de Caseros, nos remiten inevitablemente a los veteranos de Malvinas entrerrianos que prestigian nuestros actuales desfiles patrios o llevan su mensaje de sacrificios y valores humanos de escuela en escuela, con sus medallas cada vez más cargadas de gloria.
¿Dónde están las fotos?
Las fotos originales y su versión digitalizada forman parte de la fototeca del Museo Histórico Martiniano Leguizamón, organismo de la Secretaría de Cultura, ubicado en Paraná, en la intersección de calle Buenos Aires y Laprida. Frecuentemente se las expone en sus salas. También hay fotos de los veteranos entrerrianos de Caseros, digitalizadas en el Archivo General de la Nación (AGN), pero allí las existentes están catalogadas por provincias; y se han publicado en sus propias redes sociales oficiales.
(*) Autor del libro “Estampas. El Palacio de Urquiza en Paraná y su monumento en el Parque”. Editorial Tráfico de Arte, Paraná, 2004.