Santiago Loza fue uno de los integrantes, junto a Paola Buontempo y Luciano Monteagudo, del Jurado de la Sección Cine Nacional en Competencia del 4° Festival Internacional de Cine de Entre Ríos (FICER). Es dramaturgo, cineasta y escritor. Dirigió, entre otros, los largometrajes Extraño, Rosa Patria, La Paz, Los Labios, Malambo y Breve Historia del Planeta Verde, con las que ha participado en festivales nacionales e internacionales como Cannes, Locarno, Berlín, San Sebastián y Londres. En su estadía en Paraná, se refirió a su relación con los cineastas crespenses, su impresión del FICER y sus diversos oficios.
Amistad
Antes de esta ocasión, Santiago Loza ya había estado en Paraná hace alrededor de quince años. En esa oportunidad, arribó a la ciudad para hacer la película Ártico (2008). “En Ártico me ayudaron Iván (Fund), Edu (Crespo) y Maxi (Schonfeld)”. Consultado sobre el origen de la relación con los cineastas crespenses dijo: “Yo dictaba un taller de guion en la escuela de Julio Chávez e Iván quiso tomar esas clases. Me mostró sus cortos y ahí conocí también a Edu y luego a Maxi”. Después agregó: “Con Iván colaboré en la escritura de la película AB y co dirigimos Los Labios. Con Edu trabajé en Nosotros nunca moriremos. Los últimos años tuvimos mucha colaboración mutua”.
Consultado sobre el hecho de que los tres directores mencionados sean oriundos de una ciudad como Crespo, indicó: “Me parece insólito. Supongo que tiene que ver con ellos tres, su amistad y su fascinación por el cine. Ellos fueron entrando en cierto momento del cine argentino. Yo los veía, al principio, deambulando por el BAFICI (Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires). Estaban vinculados por la amistad y la cinefilia”.
El FICER
En relación al festival, Loza afirmó: “Para mí, el FICER es una sorpresa. Hay cierto entusiasmo del público que no veo en otros festivales. En otros lugares no se siente ese fervor. No sabía que había tantos invitados de distintos ámbitos del cine. Lo siento como un muy buen punto de encuentro, muy federal, en donde participa toda la región”.
Específicamente, sobre la sección de Cine Nacional en Competencia en la que fue jurado indicó: “Tuvo mucha diversidad. La programación ha sido genial; es sólida y refleja lo federal”. Además, destacó la proyección en simultáneo en tres salas y que sea fácil desplazarse entre una y otra. También resaltó el patio gastronómico donde “la gente siguió charlando de cine. Esto, me parece, es algo que se está perdiendo en otros festivales: la posibilidad de hablar y pensar un poco el cine” y añadió: “El festival es mucho mejor de lo que imaginaba”.
Procesos creativos
En la charla, se le propuso a Loza conversar sobre el modo en que lleva adelante su obra. Al respecto, dijo: “Es muy largo el camino hasta que una película se puede hacer. Sigue siendo un misterio para mí cómo este proceso decanta. Hice varias películas, pero no me resulta fácil. No mantengo los mismos productores. Siempre ha sido dificultoso. No me quejo porque hago muchas cosas además del cine”.
En relación a su trabajo creativo vinculado a esos otros lenguajes, señaló: “El cine demanda tanto tiempo que en el medio uno va haciendo otras cosas. En algún momento, el teatro fue una actividad muy importante. Se me fue haciendo una forma de vida. Tiene que ver con estar vivo y no caer en el aburrimiento. No anquilosarme y siempre estar buscando. Hay algo que a mí me estructura y eso es mi vínculo con la escritura. A veces, en el cine eso es más acotado, acorde al sistema de producción. Por suerte, tengo la posibilidad, cada tanto, de moverme en otros ámbitos con la escritura y no ser tan dependiente de la posibilidad o no de que avance. Es carísimo hacer una película, por eso tengo un oficio en el que no dependo tanto de los demás”.
Consultado por cómo se define a sí mismo, respondió: “A mí me costó mucho definirme como director de cine y como escritor. Hago cine y soy alguien que escribe. Durante años ponía profesor cuando tenía que llenar algún formulario, pero también estoy en conflicto con la docencia. Desde hace muy poco, pongo escritor”.
Sobre las implicancias personales de filmar, confesó: “Siempre que filmo, pienso que no lo haré más porque es algo re complicado. El montaje me gusta porque lo comparto con amigos, pero el rodaje tiene algo físico que demanda mucho. Es un arrebato de mucho estrés y plenitud. Como director hay que tomar decisiones y tener cierta claridad en ese rumbo que son los días de rodaje. Y a mí claridad no es lo que me sobra. Sí tengo una cualidad, y es que los grupos que se van formando son de mucha colaboración. Detesto esa idea totalmente anacrónica del director de cine de los gritos y creo que en las generaciones nuevas esa imagen ya está erradicada”.
En relación a qué es lo que más disfruta del trabajo de cineasta aseguró: “Padezco y disfruto mucho el rodaje. Soy bastante solitario y el rodaje es comunitario. Se arman como unas familias nómades. Las familias suelen ser conflictivas, y la familia del rodaje después se desarma, tiene esa ventaja”.
Finalmente, consultado sobre cuánto le demanda un guion, indicó: “Me interesa dedicarle un tiempo. El guion es un campo textual que permite hacerse algunas preguntas. Es un espacio donde podés trabajar algo de lo literario y es el primer lugar donde se genera la imagen. Donde se empieza a pinchar el espectro de imagen que va a detonar en un rodaje. No me parece muy placentero porque tiene algo calculado, porque eso se va a traducir en producción, costos, etc. Igualmente, siempre trabajo dentro del rango de lo posible, me voy acotando. Hay algo de la escritura del guion que termina siendo del rango del teatro o la literatura”.
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